La vainilla es, sin lugar a dudas, uno de los aromas más reconocidos y apreciados dentro de los sectores de la alimentación, la perfumería y la cosmética. Su uso abarca productos tan dispares como lo son los refrescos, los perfumes de diseño o las cremas para manos y los champús.
Este popular aroma clásico, lejos de pasar de moda, sigue cogiendo fuerza. El motivo es simple: nos encanta.
Un estudio llevado a cabo por Current Biology el año pasado parece indicar que el olor de la vainilla se encuentra entre los favoritos en todo el mundo, sin importar el trasfondo cultural de la persona encuestada.
Los helados con aroma a vainilla ocupan también a nivel global el puesto de segundo sabor de helado favorito, solo superados por el helado de chocolate. Un estudio realizado en Estados Unidos revela que los helados de vainilla son los más vendidos en casi la mitad de los estados del país.
Como dato curioso cabe mencionar que Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos, descubrió en la década de 1780 los helados de vainilla viviendo en Paris. Le gustaron tanto que escribió la primera receta conocida de helado de vainilla registrada por un estadounidense y, a su regreso, ayudó a popularizar este producto en su país.
El enorme éxito de la vainilla presenta un único problema: se trata de la segunda especia más cara, después del azafrán. Su elevado precio se debe en gran parte a su complicado cultivo y una laboriosa recolección.
BREVE HISTORIA DE LA VAINILLA
La vainilla se obtiene a partir de los frutos de la Vanilla planifolia. Estos frutos se encuentran dentro de una vaina, cuyo diminutivo en español da origen a su nombre, vainilla.
Originaria de América del sur y Centroamérica, se cree que la civilización totonaca cultivaba la orquídea de la vainilla en las áreas tropicales de México y Latinoamérica desde hace más de novecientos años.
Para los totonacas, el origen de esta flor que consideraban sagrada se explica mediante la leyenda de Xanath, una bella mujer de familia adinerada que tuvo la mala suerte de ser objeto de deseo de un dios caprichoso.
Xanath, enamorada de un joven pobre, decidió ignorar al dios, que furioso la castigó convirtiéndola en flores blancas de exquisito aroma: vainilla.
Cuando los aztecas conquistaron al pueblo totonaca, incorporaron el uso de la vainilla en su cultura, siendo los primeros en usar la vainilla y el cacao juntos en su gastronomía. A esta mezcla la llamaron xocolatl.
Posteriormente, la vainilla fue tan apreciada por los conquistadores españoles que la trajeron a Europa, junto al cacao, como una especia de gran valor.
Estas plantas se exportaron para su cultivo a zonas con climas similares, pero durante años no se consiguió que dieran fruto, ya que en esas zonas no existían insectos adecuados para polinizar las flores de vainilla. Por si fuera poco, estas flores se abren durante menos de veinticuatro horas, muriendo y cayendo al suelo si no se han polinizado en ese lapso de tiempo.
Sería en el año 1841 cuando Edmond Albius, un esclavo de 12 años, descubriría en la isla de la Reunión cómo polinizar las flores de vainilla de forma manual.
A día de hoy, los cultivos de esta planta siguen polinizándose en su mayor parte manualmente, siendo durante un tiempo la pequeña isla donde se descubrió este método de polinización el mayor proveedor de vainilla del mundo. En la actualidad, casi el 80% de la producción mundial se cultiva en Madagascar.
Aunque gracias a estos nuevos conocimientos se consiguiera cultivar vainilla de forma natural, la poca cantidad que se produce debido a la enorme dificultad que presenta su cultivo y secado, hizo que se buscaran alternativas sintéticas para suplir la demanda global de esta preciada especia.
Es aquí donde entraría en juego la vainillina o esencia de vainilla. Sintetizada por primera vez en 1858 a partir de extractos secos de vainilla, resulta al menos veinte veces más barata que la vainilla y a día de hoy se venden más de 35.000 toneladas al año de este producto.
USOS Y BENEFICIOS DEL AROMA DE VAINILLA
La esencia de vainilla, además de ser habitual en la aromatización de todo tipo de alimentos, resulta de gran utilidad en el sector farmacéutico a la hora de enmascarar el sabor amargo de los medicamentos.
También se utiliza en farmacia por sus múltiples beneficios para la salud, existiendo diferentes estudios que parecen haber demostrado que la vainillina posee propiedades neuroprotectoras, anticancerígenas, antioxidantes y antiinflamatorias, entre otras [1][2][3].
En perfumería se empieza a popularizar a finales del siglo XX, siendo introducida como una nota significativa en diferentes fragancias.
Su reputación como afrodisiaco sigue vigente, por lo que es común encontrar esta esencia protagonizando fragancias seductoras pertenecientes a la familia gourmand.
Suele hallarse también en el fondo de una gran cantidad de composiciones aromáticas, ya que su composición molecular hace que su aroma perdure durante mucho tiempo en la piel.
En Destilerías Muñoz Gálvez desarrollamos fragancias con esencia de vainilla para todo tipo de aplicaciones, convirtiendo sus notas dulces y cálidas en las protagonistas de composiciones aromáticas únicas.
¿Quieres que tu producto cuente con las propiedades que solo puede aportarle la vainilla? Contacta con nosotros sin compromiso.